Hoy, comencé el día como casi todas las mañanas de mi vida, abrí los ojos. Digo casi, porque hay noches cuando ni siquiera los cerramos. Creemos que es mejor evadir la noche, prolongando el momento de desgajar la existencia, por lo menos la propia. A veces es difícil digerir la realidad. Pero este no es el caso, por lo menos no lo fue ayer cuando decidí regalrme un poco de sueño; hoy, no lo sé, quedan muchos soles, apenas son las diez. Casi es la hora de aquel fúnebre día cuando mi teléfono indicaba una llamada perdida. Casi, que vulgar expresión. Tan vulgar que es corriente, y tan corriente que está llena de posibilidades. Porque parecer ser que corrientes somos la mayoría, y de lo otro, bueno, asumo que son menos. Vaya palabra, si no fuera de tinta podría pronunciarse sola. Pero ¿qué posibilidades implica la vulgaridad de esta palabra? Es bastante sencillo, todas. Claro, omitiendo el hecho real; el cual es resultado de cuanto debió haber sucedido pero no se concreto. Cuando alguien fallece, nos queda por asumir que si todavía estuviera aquí, todo sería posible. Sucede igual con la palabra "casi". Su existencia implica la muerte súbita de un verbo o el intento fallido de una acción. Por ejemplo, - y aquí regresa a su forma más corriente, la cotidianidad -: "Casi entra a la carrera", "Casi me besa (o ¿debí haber sido yo?)", "Es casi como si siguiera aquí". Pues sí, casi pasa todo esto. ¿Qué nos queda por pensar? Todo lo que falto para que ese Jodido "casi" ¡no existiera! Nuestras oraciones dejarían empezar igual y nos llenaríamos de orgullo al escuchar la pregunta ¿Que paso?: "¡No hubo mejor examen que el de ella!", "Me dejo sin aliento", "Que bueno que pudiste llegar, ya te extrañaba".
Hoy en la mañana, me puse un poco triste y me arrepentí de todos los "casis" que deje nacer. Pero abrí los ojos, y me di cuenta que solo existe una manera de levantarse día a día sintiéndose honrado de ser quien se es, y es creando de la infinidad de posibilidades, una inmutable realidad.